OCHO
HORAS NO HACEN UN DÍA
50 AÑOS JUNTOS: SALA LEOPOLDO LUGONES
Y GOETHE-INSTITUT BUENOS AIRES
Estreno para todo el continente americano
de la telenovela de Rainer Werner Fassbinder restaurada por el MoMA y la
Fassbinder Foundation.
En el año del
50º aniversario del Goethe-Institut Buenos Aires y de la Sala Leopoldo Lugones,
las dos instituciones presentan junto al Complejo Teatral de Buenos Aires y la
Fundación Cinemateca Argentina, la exhibición de Ocho horas no hacen un día, legendaria miniserie escrita y dirigida
en 1972 por Rainer Werner Fassbinder, que se verá en su totalidad, del sábado 2
al viernes 8 de septiembre, en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín
(Av. Corrientes 1530).
Luego de su
exhibición -en copia restaurada por el MoMA de Nueva York y la Fassbinder
Foundation- en la última edición de la Berlinale, la proyección de esa misma
versión en la Sala Lugones se produce en calidad de estreno absoluto para todo
el continente americano.
Dividida en cinco capítulos y
estrenada por el canal de televisión WDR en 1972, la telenovela narra la vida
privada y laboral de una familia de obreros y con ella la realidad social y las
limitaciones económicas de la Alemania Occidental donde los protagonistas de
tres generaciones oscilan entre ideas progresistas y valores conservadores. Con
su estilo típico que tiende al melodrama, Fassbinder desarma hábilmente el
clima de “mundo perfecto” que transmitían las películas de posguerra y anticipa
los fuertes caracteres femeninos de películas posteriores. La estrella del cine
alemán de los años 50, Luise Ullrich, en el papel de la abuela y Hanna
Schygulla como una empleada administrativa interpretan a dos mujeres que luchan
por la felicidad y la solidaridad.
Ocho horas
no hacen un día
por Luciano Monteagudo
“A comienzos de 1972, Rainer Werner Fassbinder tenía
apenas 26 años y en sólo tres había filmado quince largometrajes, que
finalmente empezaban a ser reconocidos por la crítica y los principales
festivales internacionales, a pesar del rechazo inicial que había provocado en
la Berlinale su opera prima El amor es
más frío que la muerte (1969). Pero Fassbinder era plenamente consciente de
que su cine --formalmente tan austero como sus presupuestos– era apreciado sólo
por una élite: la misma burguesía a la que él no dejaba de cuestionar. Por eso,
cuando la cadena de televisión Westdeutscher Rundfunk (WDR) le ofreció escribir
y dirigir una miniserie para su catálogo de producciones familiares, tan
populares en la TV alemana de la época, Fassbinder no dudó en aceptar la
propuesta. El resultado fue Acht Stunden
sind kein Tag (Ocho horas no hacen un
día), una experiencia crucial y a todas luces insólita que, en una flamante
versión restaurada, se convirtió en el gran acontecimiento cinéfilo del último Festival
de Berlín.
A diferencia de la famosa Berlin Alexanderplatz (1980), que Fassbinder también rodó para la
televisión, Ocho horas no hacen un día
era un trabajo olvidado, nada menos que cinco capítulos de una hora y media
cada uno que casi no habían vuelto a verse desde su primera emisión, 45 años
atrás. Pero la Rainer Werner Fassbinder Foundation que dirige Juliane Lorenz,
en cooperación con el Museo de Arte Moderno (MoMA), de Nueva York, exhumaron el
material original, rodado en 16mm, restauraron meticulosamente imagen y sonido
y lo que ahora vuelve a la luz puede considerarse como la primera --y quizás la
única-- telenovela marxista de la TV occidental.
A priori, el guion escrito por el propio Fassbinder no
se aparta de los lineamientos generales que imponía la WDR para sus Familienserien, concebidas para su
horario central. Esto es, una comedia con una simpática familia en su centro,
que en cada emisión debía enfrentar diferentes situaciones, enredos
humorísticos y conflictos. Pero lo primero que hace el Fassbinder dramaturgo es
acentuar el sentido de pertenencia de esa familia a la más pura y dura clase
trabajadora. El protagonista es Jochen (Gottfried John), un muchacho pintón y
entusiasta que trabaja en una fábrica metalmecánica. Comparte un modesto
departamento con sus padres y con su abuela (la hiperactiva Luise Ullrich),
hasta que se muda con su novia Marion (Hanna Schygulla), empleada
administrativa de un periódico local de la ciudad de Köln, donde fue rodada la
miniserie.
El primer capítulo está casi totalmente dedicado a
este romance y a los comentarios y reacciones que provoca en el resto de la
familia de Jochen. Pero poco a poco, capítulo a capítulo, Fassbinder va
introduciendo cada vez más el universo social y laboral en el plano familiar.
Los compañeros de trabajo de Jochen son también sus amigos y con ellos no sólo
comparte unas cervezas a la salida de la fábrica sino también todos los
problemas y conflictos que conlleva la jornada laboral, desde las presiones del
capataz por cumplir con los plazos de entrega hasta las estrategias de lucha
para conseguir un aumento salarial. Que en el quinto y último capítulo de la
serie, Jochen, Marion y sus amigos dediquen buena parte de su tiempo a
comprender y discutir la teoría de la plusvalía (aunque nunca la nombren como
tal) da una idea de por qué la WDR canceló súbitamente el proyecto y nunca se
filmaron los tres capítulos restantes que estaban previstos.
Es notable, sin embargo, el esfuerzo de Fassbinder por
contrabandear sus contenidos en un territorio enemigo como era el de la
televisión. Si Jean-Luc Godard –que había sido una de sus primeras y mayores
influencias– estaba dedicado por entonces a romper con el lenguaje
cinematográfico y las convenciones narrativas de la burguesía, Fassbinder por
el contrario las abraza con todas sus fuerzas, para ganarse el favor de su
audiencia. Quiere y necesita llegar a su público, por lo que utiliza todas las
herramientas de la gramática televisiva, desde una música con violines para
resaltar una escena romántica hasta los súbitos zooms a los ojos de sus
personajes, cuando enfrentan una situación crítica. Aquí es más claro que nunca
el influjo del cine del alemán Douglas Sirk, que en Hollywood se apropió de las
claves del melodrama para subvertir la ideología del género, una práctica que
evidentemente Fassbinder quería probar en su incursión televisiva y luego
extendería a toda su obra cinematográfica.
Pero en Ocho
horas no hacen un día hay también, a la vez, en una operación tan compleja
como transparente, un procedimiento inequívocamente brechtiano: a fuerza de
exacerbar esos recursos formales -particularmente los elaboradísimos encuadres–
se produce el famoso “efecto de extrañamiento” que permite distanciarse de los
hechos dramáticos y por lo tanto tomar conciencia de las situaciones de los
personajes. En su afán didáctico por exponer círculos concéntricos de opresión,
Fassbinder no sólo vuelve al tema de los Gastarbeiter,
los trabajadores inmigrantes, al que había dedicado todo un film (Katzelmacher, 1969) y al que aquí
regresa con la subtrama de un obrero italiano que es víctima del desprecio de
alguno de sus compañeros. También advierte la discriminación a la que están
sometidas las mujeres y las personas mayores, a quienes la serie no sólo invita
a rebelarse, sino que también les indica el mejor camino para hacerlo”.
La agenda completa de exhibiciones es la siguiente:
Ocho horas
no hacen un día (Acht Stunden sind
kein Tag). Alemania Federal, 1972-1973.
Dirección y guion:
Rainer Werner Fassbinder.
Con Gottfried John,
Hanna Schygulla, Luise Ullrich, Werner Finck, Irm Hermann, Kurt Raab, Eva
Mattes.
Duración total: 467 minutos. Versión restaurada en
DCP.
Sábado 2: Capítulo 1: Jochen y Marion
A las 19 horas (101’)
Capítulo 2: La abuela y Gregor
A
las 21:30 horas (99’)
Domingo 3: Capítulo
3: Franz y Ernst
A las 16:30
horas (91’)
Capítulo 4: Mónica
y Harald
A las 19 horas (88’)
Capítulo 5: Irmgard
y Rolf
A las 21:30 horas (88’)
Lunes 4 Capítulo 1: Jochen y Marion
A las 19
horas (101’)
Martes 5 Capítulo 2: La abuela y Gregor
A las 19 horas (99’)
Miércoles 6 Capítulo 3: Franz y Ernst
A las 19
horas (91’)
Jueves 7 Capítulo 4: Mónica y Harald
A las 19 horas (88’)
Viernes 8 Capítulo 5: Irmgard y Rolf
A las 19 horas (88’)
Las localidades
podrán adquirirse personalmente con seis días de anticipación (incluyendo el
día de la función) en las boleterías ubicadas en el Teatro San Martín. El precio
de las localidades es de $40, estudiantes y jubilados $20 (con la acreditación
correspondiente).
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