“Si la esclavitud no está mal, entonces nada está mal”.
—Abraham Lincoln, en una carta con fecha de diciembre
de 1865
En los
últimos cuatro meses de la vida y presidencia de Abraham Lincoln, toda la
esencia del hombre —su pasión y su humanidad— cobró efecto en su batalla más
importante: diseñar un camino hacia el progreso para una nación resquebrajada,
contra abrumadoras probabilidades y una presión pública y personal extremas.
“Lincoln”,
de Steven Spielberg, brinda un análisis íntimo de los momentos más peligrosos y
reveladores del líder estadounidense, en una época cuando se abate la aciaga
sombra de la esclavitud y cuando un país dividido por la guerra debe
integrarse.
Un
prolífico drama humano se genera cuando Lincoln incrementa significativamente
el riesgo para finalizar la devastadora Guerra Civil, no sólo al acabar con la
guerra, sino también al luchar por conseguir que aprueben la Enmienda 13, para
así abolir permanentemente la esclavitud. Será un auténtico acto de valentía
nacional. Deberá apelar a toda su pericia, valor y fortaleza moral, que lo
llevarán a convertirse en una leyenda. Lidiará con el impacto que sus acciones
tienen en el mundo y en aquellos que ama. Pero lo que yace bajo ese equilibrio
es lo que siempre le importó más a Lincoln: inducir a la gente norteamericana,
y a aquellos en su gobierno de creencias opuestas, a cambiar el curso y aspirar
a más, hacia un bien mayor para toda la humanidad.
Encontrando a Lincoln
Desde hace
mucho tiempo, Abraham Lincoln ha estado parado en la delgada línea entre el
mito y el hombre de carne y hueso.
No
obstante, ahora más que nunca, Lincoln ocupa la imaginación pública. Quizás y
esto se deba a que su mismísima silueta se ha convertido en un símbolo global
de la esperanza de que el poder puede ser ejercitado de manera juiciosa. Quizás
porque es el único presidente de Estados Unidos en haber considerado la
posibilidad de que el gran experimento de una Unión Americana podía ser abolido
para siempre. O quizás es porque su vida misma revela que los seres humanos
imperfectos y complejos pueden lograr lo increíble, e inspirar incluso a
aquellos que se encuentran atrapados en la guerra y en legados sombríos a cambiar
de rumbo y hacer equipo.
La imagen
de Lincoln, y su raramente visto pero cautivador lado humano, ha obsesionado al
realizador Steven Spielberg desde su infancia. Desde entonces, ha estado
leyendo acerca de Lincoln, pensando en Lincoln y convenciéndose cada vez más
que la intensamente activa vida del hombre está plagada de historias que no
sólo son inherentemente cinematográficas, sino también tremendamente relevantes
para nuestra época.
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